Los españoles necesitan aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescados
La Real Academia Nacional de Medicina acoge una sesión científica en la que se ha puesto en valor la Dieta Mediterránea como patrón dietético saludable y sostenible
A pesar de que según el último informe Bloomberg de 2019 España se sitúa como uno de los países con mejores indicadores de salud, los estudios científicos ENPE y ANIBES, en los que se analiza el patrón alimentario de la población española, indican que se necesita mejorar de forma global la alimentación de los españoles.
Teniendo en cuenta estos datos la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), con la colaboración especial del Centro de Investigación Biomédica Red Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CiberOBN), la Academia Española de Nutrición y la Real Academia Europea de Doctores, ha organizado una sesión científica en la que se han repasado distintos aspectos sobre el papel de la alimentación y los estilos de vida en la salud.
Bajo el título “Nutrición, dieta y estilos de vida’ destacados expertos en el área de la Nutrición, como el Prof. Gregorio Varela Moreiras, el Prof. Javier Aranceta Bartrina, la Profª Rosa Mª Ortega Anta y el Dr. Ramón Estruch, han sido los encargados de analizar a través de varias exposiciones temas relacionados con una dieta saludable, como “Dieta y su impacto en la población española”, “Dieta y estilo de vida: impacto en el desarrollo de enfermedades metabólicas” o “Dieta Mediterránea como ejemplo de dieta saludable: estudio PREDIMED/PLUS”, entre otros.
En este sentido, los expertos coinciden en que se debería aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, pescados, leche y derivados lácteos cuyo consumo es menor del recomendado por las guías alimentarias. Además, se observa un exceso en el consumo de carnes procesadas, alimentos con elevado contenido en sal y/o azúcares y alimentos ultraprocesados de escaso valor nutricional, los cuales los expertos recomiendan disminuir.
En relación con las enfermedades metabólicas, una de las principales causas de muerte en las poblaciones desarrolladas, ha sido ampliamente estudiado el papel que ejerce la alimentación sobre su desarrollo. Las últimas evidencias señalan una relación inversa entre el consumo de alimentos de origen vegetal como frutas y verduras, cereales de grano entero y lácteos fermentados con el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardio-metabólicas o cáncer.
Por el contrario, se han encontrado efectos negativos cuando en la dieta se ve aumentada la ingesta de energía, el consumo de carne, sal, azúcares o grasas saturadas, y cuando el aporte de vitaminas y fibra es insuficiente.
El exceso de peso y determinados estilos de vida también han sido asociados con problemas metabólicos, ya que el exceso de peso se asocia con hábitos alimentarios más desfavorables y con una peor situación nutricional. De hecho, se ha destacado durante esta jornada que distintos estudios sugieren que, para lograr beneficios sanitarios y un mejor control de peso, las estrategias a seguir deben tener en cuenta tanto los alimentos consumidos, como el momento de su consumo, el nivel de actividad física y el estilo de vida.
La Dieta Mediterránea, junto con la dieta nórdica, ha sido reconocida como uno de los patrones alimentarios más saludables por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su alto contenido en frutas, verduras, frutos secos, legumbres, cereales integrales y pescados, así como su bajo porcentaje de carne roja, derivados cárnicos, cereales refinados y azúcares añadidos han permitido que este modelo alimentario haya demostrado tener un papel protector sobre los principales factores de riesgo vascular.
En concreto, la Dieta Mediterránea puede reducir el riesgo relativo de sufrir una complicación cardiovascular en un 30% (infarto de miocardio, ictus o muerte de causa cardiovascular), tal y como ha mostrado con el máximo nivel de evidencia científica uno de los mayores estudios españoles hasta la fecha, el estudio PREDIMED.
En este sentido, los expertos han hecho especial hincapié en que actualmente existen suficientes evidencias científicas para afirmar que la Dieta Mediterránea no solo es la más saludable, sino que también es segura, satisfactoria, social y sostenible.