El precio de los alimentos, la razón de los españoles para comer mal (y no cuidarse)
Con motivo del Día Mundial de la Salud, el comparador se seguros de salud Acierto.com ha analizado cómo se cuidan los españoles.
Su estudio, por desgracia, desvela que todavía queda mucho por hacer en múltiples ámbitos, desde el de la alimentación hasta el de la actividad física y el descanso.
Sí, porque hasta el 64% de los españoles sufre sobrepeso. Y no solo eso, sino que hasta el 80% de los obesos ignora que lo es. Un problema de salud que incluso puede acabar convirtiéndose en uno de tipo administrativo y que reduce la esperanza y calidad de vida de los afectados, incluso desde un punto de vista psicológico. Para más inri, no dormimos lo suficiente ni en las condiciones apropiadas: la siesta es ya casi una leyenda urbana.
¿Cuidamos de nuestra alimentación?
Así, los datos indican que no cuidamos de nuestra alimentación como deberíamos. Prueba de ello es que el negocio de la comida rápida a domicilio se encuentra en plena ebullición y que ya genera más de 600 millones de euros al año. La ingesta de platos preparados y bollería también ha crecido (un 9% y un 4% respectivamente). En concreto y según los números, ni siquiera el 7% de la población alcanza los mínimos de alimentación saludable: comer cinco piezas de fruta o verdura diarias, desayunar “en condiciones”, tomar legumbres y pescado al menos dos veces por semana, etcétera.
En concreto, lo que se detecta es que existe un consumo de pescado y marisco bastante adecuado, pero no de frutas o legumbres. Además, la ingesta de lácteos -especialmente queso-, carnes magras, embutidos y dulces se encuentra por encima de los niveles recomendados. También tenemos carencias de potasio y fósforo.
Sin embargo, sí que intentamos comer bien, o al menos eso decimos: el 54% de los españoles asegura que trata de llevar una dieta equilibrada. Y, de entre ellos, el 8% cuenta las calorías que ingiere. Por otra parte, el 58% asegura haberse puesto a dieta alguna vez. El 24% lo hizo en una ocasión puntual y el 18,5% durante el último año. El 16% de la muestra estaba a régimen durante la encuesta. Aquí se observan diferencias entre hombres y mujeres. Por ejemplo, hasta el 65% de las mujeres ha hecho dieta alguna vez, frente al 52% de los varones.
Esto no quiere decir que hagamos dieta bien: son muchos los que sustituyen el consejo del nutricionista, dietista y endocrino por los consejos de una revista o un conocido, con los peligros que eso implica. Por no hablar de que cada persona es un mundo y de que tiene unos requerimientos nutricionales, metabolismo y hábitos distintos. Además, aquí nos estamos olvidando de los riesgos que puede implicar ponerse a dieta por iniciativa propia y sin asesoramiento experto: efectos rebote, hartazgo, ausencia de resultados, y un largo etcétera que seguro que resulta familiar. Sin embargo, continuamos tendiendo a creer en las dietas milagro y en que adelgazar no requiere de esfuerzo o sacrificio alguno.
Otros de los mitos habituales respecto a la dieta son que el pan engorda, que es necesario tomar complementos alimenticios, que el agua engorda si la bebemos durante la comida, que no tiene cabida el chocolate, que los productos integrales y light adelgazan, o que dejar de comer nos permitirá perder peso. También nos equivocamos en el momento de la ingesta: dedicamos poco tiempo (el 25% dedica 15 minutos o menos), cenamos viendo la televisión (el 90% lo hace), y estamos pendientes del móvil (el 60% deja el móvil encima de la mesa y, de entre ellos, el 80% está pendiente de él).
¿Comer bien es caro?
Una de las razones que esgrimen los encuestados a la hora de justificar que se alimentan mal y no se cuidan es que hacerlo resulta muy caro (o más caro que optar por la comida menos saludable). La mayoría están preocupados por llevar una dieta sana, pero casi la mitad considera que los productos que compra no siempre son saludables. Los datos indican que 7 de cada 10 participantes del estudio cree firmemente que apostar por esta clase de alimentos puede dar sorpresas al llegar a la caja. Los españoles también piensan que llenar la cesta con ellos también requiere de más tiempo -por una lectura detallada de las etiquetas- y que hasta que es necesario poseer ciertos conocimientos de nutrición.
Podríamos decir que depende de nuestras elecciones, de dónde compremos los productos, etcétera. Es decir, aunque el pescado y la verdura fresca puedan resultar más caros a priori que la bollería, también los hay congelados. Además, aquí habría que valorar la sensación de saciedad que generan unos ingredientes y otros, e incluso la adicción de los mismos -en el caso de los azucarados, por ejemplo-. Lo importante es elegir bien. Asimismo, no podemos obviar el hecho de que comer mal a la larga nos acabará pasando otro tipo de factura.
A la hora de ir al supermercado hay otras cuestiones que condicionan que gastemos más o menos, como el ir comidos o no, decantarnos por marcas blancas, etcétera. En cualquier caso, cabe comentar que las poblaciones socioeconómicamente desfavorecidas son las que siguen dietas menos saludables. No obstante, es cierto que aquí intervienen otros factores como el propio acceso a los alimentos, por ejemplo.
El deporte, asignatura pendiente
Respecto al deporte, continúa siendo una de nuestras asignaturas pendientes, muy probablemente por la forma en la que nos lo tomamos. Sí, porque hasta 17 millones de españoles admiten ser sedentarios, y un 7% más, no hacer nada de ejercicio. Los mayores constituyen un grupo destacable, pues solo el 54% de las personas que superan los 65 años mantiene unos hábitos de vida saludables.
Por desgracia, el sedentarismo, junto a otros factores, puede incrementar el riesgo de obesidad, depresión, patologías cardiovasculares, cáncer u otras enfermedades. También reduce la esperanza de vida en hasta siete años y está asociado a un rendimiento laboral inferior.
Las cifras cobran todavía importancia si tenemos en cuenta que esta tendencia también afecta a los más jóvenes. Sólo el 21% de los menores de 10 años hace deporte. El 81% de los adolescentes en edad escolar no se mantienen lo suficientemente activos y el 80% de los niños únicamente lo practica en el colegio.
Los españoles no se gustan físicamente
El dato curioso es que hasta el 30% de los encuestados no se ve atractivo y se muestra descontento con su aspecto físico. Es decir, aunque no nos sentimos bien con nuestro cuerpo, hacemos bien poco por solucionarlo. Las excusas más frecuentes son las cargas familiares y la falta de tiempo. Además, aquí hay que tener en cuenta que casi 6 de cada 10 españoles afirman sentirse menos atraídos por las personas que no se cuidan, y que invertir tiempo en este tipo de cuestiones no solo mejora nuestra autoestima, sino nuestra relación con nuestro entorno.
Esta tendencia parece estar cambiando en algunos sectores. Por ejemplo, son los hombres de 40 a los 50 años los más deportistas. Por comunidades autónomas, los andaluces son los que más se cuidan, seguidos de los castellanomanchegos y los extremeños. En el lado opuesto encontramos a los aragoneses, canarios, valencianos y madrileños. No obstante, seguimos pudiendo presumir de ser los europeos que más se cuidan.
Cada vez más concienciados
Por otra parte, una de las finalidades básicas del Día Mundial de la Salud es la de concienciar acerca de las barreras de acceso a una salud de calidad universal, y de la necesidad de implantar nuevas medidas que permitan que esta llegue “a todos y en todas partes”. Por desgracia, incluso en nuestro país, todavía existen inconvenientes como las largas listas de espera de la Seguridad Social, la falta de tiempo para atender a los pacientes, etcétera.
Esto se ha plasmado en un incremento de la contratación de seguros de salud. Solo en el último año creció más de un 24%. ¿El motivo principal? La dificultad de acceso a determinados tratamientos y los tiempos comentados. Algunos expertos, asimismo, atribuyen esta fuga a los recortes en Sanidad de la última década.
En cualquier caso, el informe desvela que ya son muchos los que, en patologías graves o que requieren de hospitalización, se decantan por el seguro privado. Es el caso de los enfermos de cáncer o embarazadas. En el caso de estos primeros, uno de cada cinco prefiere ser tratado a través de su seguro de salud, mientras que en las embarazadas el porcentaje es del 40%.
Un punto en el que no podemos dejar de comentar algunas de las ventajas que les ofrece hacerlo, pues la mayoría de pólizas permiten acceder a un amplio cuadro de especialistas con rapidez, a pruebas diagnósticas, tratamientos específicos, etcétera. Algunos seguros hasta brindan la opción de añadir coberturas de reembolso de gastos farmacéuticos o cuentan con opciones de libre elección del profesional (suelen devolverle al cliente el 80% de la factura). Eso sí, cada compañía es un mundo y deberíamos leer el condicionado al dedillo, revisando las carencias y excepciones que se indican.
Se trata de productos que se contratan cada vez más por internet -este tipo de contratación ha aumentado hasta un 130% y ya supone el 4% del total-. El perfil de cliente que prefiere la red para gestionar los seguros de esta manera es el de una mujer entre los 35 y los 40 años, aunque el público que lo hace va tendiendo a ser más variado.
Para acabar y si nos centramos en la utilidad de los seguros de salud a la hora de bajar de peso y hacer ejercicio, la popularización de wearables deportivos y el arraigo de apps de monitorización ha provocado que muchos usuarios sean más conscientes de su situación. Asimismo, y tal y como comenta Carlos Brüggemann, cofundador de Acierto.com, “son cada vez más las aseguradoras de salud que están incluyendo estos sistemas para premiar a aquellos clientes más activos. A la larga, una persona sana supone un gasto menor.
Emplear estas herramientas conlleva otra clase de beneficios, pues son muchas las que permiten competir con otros usuarios, medir los progresos y motivarse, ser conscientes de los propios límites, e incluso pueden servir para detectar distintas anomalías. Tampoco podemos dejar de decir que son muchas las aseguradoras que acaban rechazando a clientes que superan un determinado IMC (superior a 33-34), justo por los argumentos esgrimidos.