El precio del café se dispara por el impacto del clima y la inestabilidad global

Diariamente, se beben más de 3.000 millones de tazas de café en todo el mundo. En España, el consumo por adulto llega a unos tres kilos al año, según la Asociación Internacional del Café (ICO, por sus siglas en inglés). Europa representa casi un cuarto del consumo mundial, se convierte así en el mayor mercado de este grano, cuya cotización se ha disparado en las bolsas internacionales desde finales de 2023.
La revista Consumer informa de que diversos factores han intervenido en la subida del precio de este producto, desde los geopolíticos y los logísticos hasta los ambientales. Todos en conjunto han puesto en jaque a unos 25 millones de agricultores en el cinturón del café, una franja del planeta entre el trópico de Cáncer y el de Capricornio y en la que están los principales productores.
Los estragos del clima en la producción de café
Brasil, el mayor productor en los últimos años ha hecho frente a la sequía más severa en 70 años, lo que ha provocado escasez de agua y pérdidas de cosechas. También en Vietnam, el segundo mayor productor, tras un periodo de escasez de lluvias sufrió graves inundaciones. Ambos países representan el 56% del suministro mundial. “Desde finales de 2024, las grandes empresas han comenzado a ajustar los precios al por menor, trasladando estos costes de forma gradual al consumidor”, comenta Laleska Moda, analista de la consultora de inteligencia de mercado de Hedgepoint. El Precio Indicativo Compuesto de la OIC (I-CIP), el termómetro global de referencia, alcanzó en febrero su punto más alto, a unos 7,23 euros por kilogramo. Aunque su precio ha bajado desde entonces (llegando a 5,32 euros/kg en julio), sigue estando lejos del precio de hace un año, cuando costaba alrededor de 3,52 euros/kg.
La suma de varios factores
Al coste de la materia prima, habría que añadir el largo viaje y los efectos de la inestabilidad derivada de los conflictos armados, que afectan a su transporte.
También la subida de aranceles provoca que algunos países acumulen cada vez más stock, lo que ha originado una mayor demanda en un contexto de menor oferta. Destaca especialmente lo que sucede en la variedad conocida como arábica, que cotiza en los mercados internacionales y que constituye entre un 60% y un 80% del total de la producción. Se produce principalmente en Brasil, Colombia y Etiopía. Estos tres países copan el 68,4% de la cuota de mercado de esta variedad, la más popular entre los hogares y cafeterías, debido a que es más aromático y con menos cafeína. Pero también es la que menos tolerancia tiene al aumento de las temperaturas, además de que es susceptible a la roya –una de las principales enfermedades que ataca a la hoja del cafeto– y produce menos granos.
“Lo normal es que cada año algunos países tengan mejores cosechas que otros, y el precio no sufra grandes variaciones. Pero con el cambio climático, la probabilidad de que haya malas cosechas en todos los países aumenta, y es lo que ha pasado, y pasará con más frecuencia”, explica Arturo García, de la empresa Global Social Impact Investments, a la revista Consumer. “Los altos precios deberían proporcionar incentivos para invertir más en tecnología e investigación”, destacan desde la FAO. Para gestionar esto, hay que dar con semillas que tengan una resistencia mayor a la sequía, al calor, a las inundaciones.
Se prevé que la producción de café arábico en Brasil disminuya este año un 12,4% con respecto al año pasado, según el Ministerio de Agricultura brasileño. La variedad robusta, la segunda más importante en el mercado y que también se da en Brasil, así como en Vietnam, Indonesia, Uganda e India, es más resistente al calor. Su proceso de cultivo es más sencillo y produce granos más grandes y gruesos. Su sabor es más amargo y la cantidad de cafeína es mayor a la arábica. Sin embargo, la susceptibilidad al cambio climático preocupa al mercado mundial.
El futuro del sector cafetero
Aunque el precio por saco haya subido, muchos productores están cosechando menos. A la vez, los costes de fertilizantes y otros suministros han aumentado, por lo que sus márgenes de ganancia siguen siendo mínimos, explican los expertos consultados. En vilo están unos 12,5 millones de pequeños agricultores de café en el mundo, esta volatilidad es una amenaza existencial para su sustento.
En Brasil, por ejemplo, alrededor de 265.000 hogares dependen directamente del café para sobrevivir, en un escenario donde las principales regiones productoras ya han experimentado un aumento de temperatura de un grado desde 2010. En Etiopía, los efectos climáticos ya están modificando la geografía de las tierras aptas para el cultivo de café, un producto que aporta cerca del 5% del PIB nacional. En el largo plazo, el cambio climático podría reducir significativamente las áreas ideales para su cultivo. Según Mathilde Duvallet, agrónoma en Finres y coautora del estudio ¿Los cultivos ya han alcanzado su máxima adecuación?, aproximadamente un 15% de las tierras actuales podrían volverse menos adecuadas para este cultivo.
El informe alerta sobre una posible caída drástica en la producción cafetalera en regiones clave como Brasil, Vietnam e Indonesia hacia el año 2100. Sin embargo, Duvallet señala que esta tendencia se podría revertir adoptando prácticas de adaptación, como el uso de sombra para reducir la temperatura en sistemas agroforestales o la implementación de riego. Si los productores ajustan sus métodos, si surgen nuevas zonas con condiciones climáticas favorables o si se amplían áreas productivas en lugares donde la idoneidad mejora, la oferta podría mantenerse estable. Pero advierte que esto no será sencillo, porque expandir la producción hacia nuevas áreas podría verse limitada por la disponibilidad de tierra cultivable, por ejemplo, en la selva amazónica y en la cuenca del Congo, debido a las áreas forestadas o protegidas.
