30 años de Udapa, la Unión de Asociaciones de Patata de Álava
En este 2023 Udapa celebra su 30 aniversario con buena salud y grandes expectativas de cara al futuro. En estas tres décadas la cooperativa alavesa ha logrado convertirse en especialista del proceso de producción, manejo y comercialización de la patata, y fiel a su ADN cooperativo, siempre se ha regido por unas bases éticas y solidarias que le han ayudado a conseguir la sostenibilidad medioambiental, económica y social. Su principal elemento diferenciador es la patata de Álava, referencia que le ha ayudado a crecer y a consolidar su camino.
A pesar de que tradicionalmente la provincia de Álava ha sido conocida por la producción y la calidad de su patata, el final de la década de los 80 y principios de los 90 estaban siendo unos años difíciles para el sector. En 1986 España ingresó en la CEE abriendo así las fronteras a los productos que llegaban de otros países del norte de Europa, lo que derivó en una disminución de la demanda de las patatas de semilla cultivadas en el territorio y devaluación del precio de las mismas.
Al mismo tiempo, las cadenas de la gran distribución empezaban a exigir un producto más homogéneo que estuviese envasado en formatos más pequeños y que se adaptara mejor a las exigencias de los y las consumidoras de aquel momento. Por lo que una posible salvación para el sector era la de orientar la producción hacia esas nuevas exigencias del mercado.
Fue en ese contexto cuando en el año 1993 nació la Unión de Asociaciones de Patata de Álava (UDAPA), con la intención de mejorar, innovar y profesionalizar los procesos de producción y comercialización de las patatas en fresco. A pesar de que en un principio se creó como sociedad limitada, sus fundadores pronto se dieron cuenta de que para desarrollar eficientemente este proyecto empresarial, necesitaban tener una función social y estar comprometidos con el desarrollo del entorno.
Y es así como dos años después, en 1995, gracias a la unión de PROPACO (cooperativa de productores y productoras agrarias), PROAGRAL (cooperativa de trabajo asociado) y por aquel entonces la Ipar Kutxa (entidad de crédito que tras su fusión pasó a ser la Laboral Kutxa) Udapa se transformó en cooperativa de 2º grado.
Patata de Álava con Eusko Label
Udapa nació con la intención de generar valor en torno a un producto básico y muy banalizado en aquel momento, como era la patata. Por eso, desde sus inicios la cooperativa ha contribuido a que, tanto desde las cadenas de la gran distribución, como por parte de las y los consumidores, se le dé la importancia que merece.
En este sentido, cabe destacar también la gran apuesta que la cooperativa ha realizado a favor de la producción, comercialización y consumo de la patata de Álava certificada con los sellos Eusko Label y Euskal Baserri, sellos que defienden el trabajo de los y las agricultoras garantizando el origen y la calidad del producto.
Desde sus inicios Udapa ha trabajado conjuntamente con el Consejo Regulador del Label Vasco de Calidad Alimentaria con la intención de impulsar y recuperar la importancia que la patata ha tenido en el territorio. Este consejo regulador, que posteriormente pasó a ser la Fundación Kalitatea y actualmente es la Fundación HAZI, se creó en el año 1989 con el objetivo de identificar los productos agrícolas y ganaderos producidos, transformados o preparados en la CAPV, garantizando la procedencia, la autenticidad y la calidad de los mismos mediante estrictos controles.
De este modo, en 1993 comenzaron a lanzar los primeros productos bajo el sello Eusko Label, entre los que estaban la patata, el pimiento, el cordero, el pollo y la miel. Y un año después, en 1994, se creó el sello Euskal Baserri como marca de garantía que permitía identificar las frutas, verduras, legumbres y hortalizas cultivadas en el País Vasco. Sin embargo, no es hasta 2011 cuando la cooperativa comienza a comercializar patatas en diferentes formatos con este marchamo.
Control y diferentes variedades
No toda la patata que se cultiva en Álava obtiene el sello Eusko Label, ya que para eso es necesario que se cumplan una serie de requisitos tales como proceder de un tubérculo de siembra certificado, ser producida a partir de las bases establecidas en la denominada producción integrada, y no tener fuertes deformaciones, golpes o enverdecimientos.
Para garantizar que se cumplan estas y otras condiciones, es el propio personal técnico de la Fundación HAZI quien realiza diferentes análisis y controles de calidad a lo largo de las diferentes fases del ciclo productivo.
En cuanto a las variedades se refiere, en un principio se comercializaban dos diferentes, la variedad Monalisa y Kennebec, que además de por su aspecto físico, también se distinguían por ir embolsadas en envases de diferente color. La primera de ellas siempre ha ido envasada en una malla de color verde, y al ser una variedad que se adapta muy bien a cualquier uso culinario, a día de hoy todavía es muy bien acogida por parte de los y las consumidoras. Esta patata tiene forma ovalada, y una carne y piel de color amarillo pálido.
La Kennebec, por su parte, es una variedad con forma redonda, ojos profundos, de piel y carne de color blanco, y se comercializaba en una malla azul. A pesar de que también es apta para diversos usos culinarios, especialmente para los guisos y cocidos, finalmente no consiguió el apoyo necesario en el mercado y se dejó de comercializar.
En 2020, en cambio, una nueva variedad se sumó al sello Eusko Label, y Udapa volvió a ampliar su catálogo de productos con la introducción de la patata Agría. Esta variedad de color amarillo se caracteriza por ser apta para freír en cualquier época del año. Y aunque en un principio se presentaba en bolsas de papel, cepillada y con una cobertura de tierra natural, en la actualidad se comercializa lavada y en un eco envase que es 100% celulósico y gracias al cual se ha conseguido disminuir la cantidad del papel usado.
Más reclamo
En estas tres décadas han sido miles las toneladas de patata de Álava con Eusko Label que Udapa ha comercializado en el mercado. En los últimos años, además, va incrementando el número de consumidores y consumidoras que perciben la patata alavesa como un alimento de gran calidad culinaria, por lo que cada vez es más demandada fuera del territorio.
Por ello, desde la cooperativa seguirán trabajando incansablemente para conseguir que en los campos alaveses se amplíen las hectáreas destinadas a la producción de este cultivo, trabajando codo con codo con los agricultores y agricultoras de la zona, garantizando que su producción sea rentable, y así poder recuperar la importancia y el valor que la patata de Álava tenía antaño.